El escultor Claudio Mimó nace en Zamora, España, el 2 de febrero de 1887.

Hijo de Don Casimiro Mimó i Caba y Doña Victoria Delfina Blasco Lozano.

Desde temprana edad iba a amasar el barro, cerca de su casa, en la Escuela de Bellas Artes en La Lonja, en Barcelona. Bajo las enseñanzas de sus maestros Joseph Campeny y Enrique Clarasó, nace el Claudio Mimó artista. 1901-1906.


Son cuna de su arte: Barcelona, Madrid, Murcia, Badalona y expone en colectivas con el éxito de quien trabaja con todas sus fuerzas. Ya casado con Mercedes Mena y con sus tres hijos: José, María Luisa y Claudina, viaja a París (1921).

Recibe su Primer Premio en Londres con su estatua “La Tísica”, continuando sus éxitos. Más de 105 obras recorren salones y reciben aplausos y distinciones, llenan los rincones de su taller y de su alma.

Regresa a Barcelona en 1929 y en 1930 es recibido como hijo adoptivo de Villanueva y Geltrú, miembro del Jurado, presidente y premiado por diversas asociaciones artísticas de París y Barcelona. El “La Eterna Eva” es adquirida por el Museo Principal de Canarias, 1921, “La Tísica” Londres, “Tête d’Enfant” (pierre rose) 1925, París; “Mater Amabilis” y “Maternitat” 1928; adquiridas por el Museo de Arte Moderno de Barcelona; “Santa Teresa de Jesús”, Basílica del Sagrado Corazón de María, Santiago de Chile, 1926.

En 1929 es invitado a participar en la Exposición internacional de Barcelona. La Exposición Internacional de Barcelona tuvo lugar desde el 20 de mayo de 1929 al 15 de enero de 1930 en Barcelona (España). Celebrada en la montaña de Montjuic, se desarrolló en una superficie de 118 hectáreas. A Claudio Mimó i Blasco se le encarga realizar la cuadriga que rematará el frontis del Palacio de la Química (inicialmente Palacio de los Deportes).


El edificio, Obra de Antoni Sardà, estaba destinado a mostrar material deportivo, pero en el último momento se cambió su función para dedicarlo a la industria química. Con una superficie de 4500 m², se encontraba en la avenida de Montanyans, junto al Palacio de las Diputaciones. De estilo clásico, la fachada principal estaba dividida en tres secciones, la central con una columnata de acceso y una cúpula nervada sobre un tambor decagonal. Fue sede de los Estudios Cinematográficos Orphea desde 1932 hasta 1962, año en que fue destruido por un incendio.También realiza una “Victoria” que es retirada de su ubicación, como otras tantas figuras femeninas que fueron retiradas y/o colocadas en emplazamientos distintos a los originales, durante la Exposición Internacional de 1929, por estar semidesnudas.Para el Palacio de Artes Industriales Aplicadas realiza “Arquitectura”, “Pintura”, “Escultura” y “Poesía”, en la misma Exposición Internacional de 1929.

Claudio Mimó llega a Venezuela en una época muy difícil, la de Gómez. El país era muy pobre, atrasado, Caracas contaba con apenas dos liceos. Una escuela normal. Los pudientes enviaban a sus hijos a estudiar al exterior y éstos regresaban graduados, con sabor afrancesado en los labios y miradas observadoras del arte. Las casas lucían mármoles y bronces traídos de Francia, contraste hermoso con el atraso.Dentro de la incipiente educación, se contaba con una Escuela de Artes Plásticas llamada Academia. Allí se forjaron talentos nacionales, que salieron al exterior, pero trajeron más arte.

El 19 de diciembre de 1933, como una extensión a esta Escuela de Artes Plásticas se decretó el establecimiento de los Talleres de Bellos Oficios, en donde Claudio Mimó fue nombrado Profesor Fundador de esta Escuela Taller.

Simultáneamente Mimó expone en el Ateneo de Caracas, “Venus de Macuto” (Terracota), “Jesús”, “Maternidad”. Pero se dedica la mayor parte del tiempo a la enseñanza. Su estilo va cambiando y sus figuras toman un sabor tropical. “La Ola” una talla en madera, preside el salón de su intimidad, y tiene un significado en su vida de artista, es un cuerpo femenino inmerso y confundido, en una ola marina, y también y por qué no, es una ola del Mediterráneo que llega a la Costa del Caribe. Es su vida, su tiempo, su espacio.

Y son los estudiantes de la Normal que invaden ese espacio y reciben las enseñanzas, descubriendo el metal, la madera, el fuego en la fundición, la piedra, el mármol, la terracota, el repujado en cuero, modelado y técnicas de ampliación y reducción para estatuas. El maestro no deja detalle, es integral y en sus ratos con algunos encargos o muestras que almacena, complace su pasión de escultor. Un busto de yeso “Simón Bolívar”, hecho en 1932, queda como recuerdo de su paso, en la Casa Amarilla.


En 1935 muere el “Benemérito” y la locura destella en los hombres pisoteando valores; el Taller-Escuela de Bellos Oficios es víctima del saqueo y Claudio Mimó después de luchar por la sobre vivencia de su familia, dice hasta luego con su mano larga y abierta. Claudio Mimó tenía una costumbre, como hombre de alma bohemia, de tomar una esfera, girarla y señalando al azar donde llegar, llegó a Puerto Rico. El artista, al mes de estar en la isla borinqueña, con su música, color y calor, emprende de nuevo su búsqueda, expone obras hechas en Caracas y otras en el lugar. El Parque Muñoz Rivera, acoge su obra con el monumento “De Hostos” y siguen sus manos sin descanso entre el barro y la piedra, también se dedica a restaurar figuras religiosas de las iglesias de Puerto Rico, tiene su taller en el condominio Beach Tower en San Juan, muy cerca de la playa.

Revive su época de profesor y al aire libre en el parque Muñoz Rivera inicia un ciclo de clases, rodeado de gente presta al aprendizaje. Con las palabras llenas de sabiduría del estudioso y la generosidad del saber dar, crece en amigos y siembra semilla: La universidad de Puerto Rico, El Salón de Arte Independiente, el Casino de Puerto Rico, son lugares para sus exposiciones, colectivas e individuales. Es director de Escultura del Taller de Cerámica de la PRRA 1938, Puerto Rico.

Claudio Mimó regresa a Venezuela, que sería su lugar, no solamente porque es un venezolano, sino porque ya es abuelo. Comienza de nuevo su trabajo de hormiga. Es contratado y llamado a plasmar el “Tránsito de San Benito”, para la Basílica de San José del Ávila, durante la remodelación de ésta. Es momento de leer y buscar biografías del Santo, para que la expresión estuviera llena de autenticidad, cosa que sólo podía surgir de la profundización de su conocimiento de la vida y muerte del Santo. De esta manera llenaba su cántaro de saber y plasmaba la verdad en sus obras.

Viaja a la Habana por invitación y en 1943 recibe el Premio de Escultura en el Salón de Bellas Artes de La Habana, Cuba. Regresa de su corta estadía por Las Antillas y llega en una época de cambios radicales. Venezuela vive la convulsión y efervescencia democrática y así como en 1930 a su llegada por vez primera buscó arcilla a orillas del Río Guaire, esta vez, por razones del destino, la busca en las orillas del Cabriales, y es esta tierra de grandes artistas, la que le abre ahora los brazos.

Y con sus nietos, unos caraqueños y otros valencianos, emprende su búsqueda, ahora más apacible, menos desesperada; se rodea de amigos. El Ateneo de Valencia le abre sus puertas y expone. Es acreedor al Premio de Escultura “Lastenia Tello de Michelena”, Valencia, 1946. Es profesor de la Cátedra de Escultura y otras más en la escuela de Artes Plásticas “Arturo Michelena”, de la cual es fundador, 1945 – 1956. Y director Interino durante la ausencia de su director, el Maestro Braulio Salazar. Es miembro del Jurado Calificador, junto con los Maestros: Luís Alfredo López Méndez, Marcos Castillo, Francisco Narváez; los señores Enrique Planchart, José Saer D.heguert, Juan Rol y los doctores Jorge Lizarraga y Carlos Ortega G., del “Salón Arturo Michelena” entre 1945-1954.

Valencia le inspira una mezcla de amor al arte y amor a sus hijos; diría: “son los hermanos de mis nietos”. Para ellos realiza el busto tallado en mármol blanco de su más ilustre pintor: “Arturo Michelena”, colocado en el patio de la Escuela Normal Arturo Michelena. Algunos patios y jardines, como el del Dr. Alfredo Celis Pérez, albergarían sus estatuas: “Nácar”, “Noche en el Llano”, “Crepúsculo” o “Luna del Cabriales”.

El 23 de febrero de 1953, ya algo enfermo y cansado, dona a la Escuela de Artes Plásticas, a través de la Gobernación del Estado, obras artísticas de su propiedad, como: el busto en yeso del célebre pintor “Arturo Michelena” y “La Fuente de La Juventud”, grupo escultórico de tamaño natural, en yeso. También da a la misma, parte de su Taller y de su Estudio de Dibujo Técnico, donde impartía sus clases particulares.

Ya en su retiro, Claudio Mimó, recibe el que sería su último Premio y Distinción, cuando por decisión del Consejo de Profesores de la Escuela de Artes Plásticas “Arturo Michelena” se acordó la creación de un Premio Anual para la Sección de Escultura que llevaría “…el nombre de “CLAUDIO MIMÓ” en HOMENAJE al artista y notable profesor fundador de nuestra escuela en la importante Cátedra de Escultura…” 25 de Julio de 1956.

Claudio Mimó muere el 28 de marzo de 1959 en Caracas, Venezuela.

Bibliografía:
Recopilación de información realizada por su hija Claudina Mimó Mena

*Biografía por Rosalinda Laya

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